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Pequeños momentos de actividad para renovar la energía cada día.

La energía con la que se afronta el día no siempre depende de la cantidad de horas de sueño o del café de la mañana. A veces, lo que el cuerpo necesita es un pequeño empujoncito para activarse y favorecer el bienestar general. Incorporar rutinas de ejercicio adaptadas puede contribuir no solo a mejorar el estado físico, sino también el emocional y mental.

Si el tiempo o las condiciones físicas suponen un reto, existen alternativas sencillas para mantenerse activa o activo de manera suave y respetuosa con el cuerpo.



  • Estiramientos matutinos (5-10 minutos)

Al despertar, dedicar unos minutos a estirar el cuerpo puede marcar la diferencia. Movimientos suaves como girar el cuello, estirar los brazos hacia arriba y flexionar las piernas ayudan a liberar tensión acumulada y a mejorar la circulación. Es una forma delicada de preparar el cuerpo para el día.


  • Caminar, aunque sea unos minutos (10-15 minutos)

Caminar es una actividad accesible y de bajo impacto que aporta beneficios significativos al nivel de energía. Siempre que sea posible, realizar esta actividad al aire libre permite además disfrutar de la luz natural, lo que ayuda a regular los ritmos internos del organismo.


  • Pausas activas durante el trabajo (5 minutos cada hora)

Para quienes pasan mucho tiempo sentadas o sentados, las pausas breves son esenciales. Incorporar movimientos simples como levantarse, estirar los brazos o dar unos pasos contribuye a revitalizar tanto el cuerpo como la mente.


  • Ejercicios suaves de movilidad (10-15 minutos)

Movimientos como rotaciones de hombros, flexiones controladas de las rodillas o ejercicios con pelotas terapéuticas son ideales para estimular el cuerpo sin generar molestias. Estas rutinas se pueden ajustar según las necesidades y capacidades individuales.


  • Yoga o ejercicios de respiración (10-15 minutos)

La práctica de yoga suave o ejercicios de respiración consciente puede ser una excelente opción para momentos de tensión o al finalizar el día. Posturas simples como la del niño o la respiración diafragmática ayudan a relajar tensiones y a promover una sensación de calma.


La importancia de la adaptación y la constancia

No es necesario realizar grandes esfuerzos ni dedicar largas horas al ejercicio. Lo esencial es encontrar actividades que se ajusten a las necesidades y preferencias personales, integrándolas de forma regular en el día a día. Cuando el movimiento se convierte en un hábito, sus beneficios se reflejan tanto en el cuerpo como en la mente.

Cada pequeño paso cuenta, y cualquier momento del día es una oportunidad para moverse de forma consciente y respetuosa con el propio cuerpo.


¿Qué pequeños cambios podrías incorporar hoy para activar tu cuerpo de manera suave y constante?

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