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Foto del escritorby.anaalcazar

Cuando llega un brote.

Actualizado: 10 jul 2021

Esta semana he tenido un brote, hacía bastante tiempo que no tenía uno, y siempre que se presenta un brote siempre es la misma sensación, al menos en mi caso, con el tiempo he llegado a diferenciar claramente fases en las que se puede dividir:

  • Aviso. En esta fase, la previa a que el brote se presente, mi cuerpo comienza a dar señales de alerta, a veces más sutiles y en otras ocasiones más llamativas como pueden ser: agotamiento, dolores localizados en alguna rodilla, espalda, hombros..., herpes labiales, alteración del sueño, intensos dolores de cabeza, escozor de ojos... En ocasiones se presentan uno o dos síntomas, y otras veces más, pero suelen ser habituales estos que he detallado.

  • Brote. Se presenta el dolor intenso, y digo dolor porque para mi aunque sea sólo una o varias las partes afectadas, me causa el mismo prejuicio, dolor intenso limitante, y en ocasiones si el brote es muy fuerte, tanto que me provoca inflamación e inmovilidad en alguna de las articulaciones que tengo afectadas, el brote puede llegar a ser incapacitante.

  • Salida. Espacio de tiempo, días normalmente en el que el dolor limitante o incapacitante pasa a un segundo plano e incluso desaparece para ser el dolor habitual con el que convivo y me encuentro entonces en un estado de agotamiento general pero aliviada y con ganas de recuperar mi rutina normal.

Con el tiempo me he convertido en una persona que ha aprendido a identificar estas fases de las enfermedades con las que convive, ello me lleva a saber como llevarlas, que hacer, cuando me sienta bien un baño caliente, cuando me tengo que parar unos segundos o unos días, cuando tengo que bajar la intensidad de mi vida y escucho lo que mi cuerpo me dice, me hablo y me recupero, salgo mucho más fuerte y con más datos que me ayudan a seguir mi vida cada día mejor.


Al principio los brotes duraban semanas, incluso meses y tenía todos los meses, ahora son muchos menos y suelen durar días, he trabajado mi barrera del dolor y no tomo analgésicos salvo situaciones o brotes incontrolables. Esto me ha permitido pasar de tomar 20 pastillas diarias y una inyección semanal, que era mi tratamiento tras el diagnóstico, a en la actualidad tomar una o dos pastillas cuando se presenta un brote, algo en la actualidad muy espaciado en el tiempo y sólo cuando siento que las necesito.


En resumen, las enfermedades siguen presentando su cara más feroz de vez en cuando, pero ahora se cómo son, las conozco y sobre todo conozco mi cuerpo y el tiempo me ha enseñado que entre brote y brote es el momento de hacerse fuerte, cuanto más fuerte estoy física y emocionalmente, más tardan los brotes en aparecer, eso se traduce en menos medicación y más calidad de vida.

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