¿Raro verdad? pues es un hecho en mi vida, así me siento, agradecida al dolor diario y no es masoquismo, es realismo, estoy agradecida a mi dolor por lo que me ha hecho crecer, por convertirme en quien soy hoy, y por hacerme sentir orgullosa de llegar hasta aquí, además de por empujarme a seguir superándome cada día y convertirme así en mejor persona física y emocionalmente para mi y para todos los que me rodean.
Superación, autocontrol, frustración, perseverancia, lucha, dedicación, amor propio, agradecimiento, resistencia, autoconocimiento, capacidad de aprendizaje, conciencia de realidad, objetividad, vivir el momento presente, autocuidado físico y mental, buena alimentación… son algunos de los valores y capacidades que he potenciado y en algunos casos descubierto gracias a la presencia del dolor en mi vida.
Es increíble como de algo que a priori se presenta como una tortura, cada uno de nosotros, y no soy yo la única, tenemos la capacidad de invertir la forma de apreciarlo y con ello sacarle partido .
Para mi las enfermedades que se manifiestan en mi cuerpo en forma de dolor han hecho de este el maestro de mi vida, han hecho que mi vida cambie para mejor desde el mismo momento en el que abro los ojos al despertarme y percibo el dolor, sí, pero también percibo mis capacidades para superarlo y soy consciente de ello, el dolor me ha hecho entender que antes no comenzaba mis días al despertarme, seguía la inercia, hoy comienzo cada día con mis respiraciones profundas, mis agradecimientos y el reconocimiento a nuevas oportunidades.
Gracias al dolor que me acompaña cada día, he aprendido a vivir de una forma más consciente, valorando la capacidad y la fortaleza de mi cuerpo, la grandeza de quienes me rodean y veo a mi alrededor todas las oportunidades que puedo alcanzar. Me ha cambiado el enfoque, la percepción, la vida, he cambiado yo y lo que no cambio es todo lo que me ha ocurrido y por tanto agradezco a mi dolor en quien me he convertido.
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