Respirar, algo que parece tan simple y sin embargo es tan necesario para la vida, respirar es algo que hacemos prácticamente sin darnos cuenta, y sin embargo este acto natural cambia en función de si estamos nerviosos, entonces nuestra respiración se agita, cuando hacemos deporte, pasamos a tener una respiración más potente y fatigada, o si estamos descansando nuestra respiración suele ser tranquila, pues bien, nosotros también podemos utilizar este proceso a la inversa, cambiar el tipo o forma de respirar para pasar a otro estado que nos interesa o nos beneficia más.
¿Cambiar mi estado emocional respirando?
Exacto, eso es lo que descubrí hace ya algún tiempo y que he incorporado a mi rutina diaria para comenzar el día en un estado emocional óptimo.
Despertar cada día y comenzar, suele ser uno de los momentos más complejos para quienes sufrimos dolor crónico, es por esto que la mayoría de los nuevos hábitos que incorporo para mejorar suelen ser hábitos relacionados con la forma de despertar, comenzar el día y desayunar, y dentro de estos cambios principales está la respiración consciente.
Gracias a la respiración consciente consigo relajarme y por consiguiente aliviar esa rigidez matutina tan habitual, también el dolor se reduce y esto hace que mi estado emocional sea mucho más beneficioso para poder disfrutar del día que la vida me ofrece y tengo por delante.
Los beneficios generales más destacados de la respiración consciente se manifiestan especialmente reduciendo el dolor crónico, los síntomas asociados con la ansiedad y el insomnio, problemas digestivos, presión arterial alta y la baja energía, también potencia la concentración, la creatividad así como el rendimiento cognitivo.
¿En qué consiste realmente la respiración consciente?
Realmente al respirar de forma lenta y constante, nuestro cerebro, recibe un mensaje claro y directo de que "todo está bien", ¿no hay mejor forma de comenzar el día verdad? pues bien, esta técnica sencilla y tan beneficiosa se realiza de la siguiente forma:
Nos sentamos o nos tumbamos en el suelo boca arriba, si lo preferimos, y relajamos los hombros, dejándolos caer hacia abajo, sin tensión.
Colocamos una mano sobre el abdomen y la otra en el pecho.
Inspiramos por la nariz 2-4 segundos, sintiendo que el aire viaja hacia el abdomen y este se expande.
Las costillas inferiores se mueven hacia fuera y el estómago se eleva por encima del pecho.
Apretamos los labios y expulsamos el aire durante unos 4-8 segundos mientras presionamos ligeramente el abdomen.
Los pulmones vuelven a su posición de reposo cuando el diafragma deja de contraerse.
Algo tan sencillo como ser conscientes de nuestra respiración puede reportarnos múltiples beneficios, a mi me va genial, espero que a ti también te sirva.
Fuente: nhahealth
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